Encajarlas, desatascarlas, entornarlas, abrirlas de par en par, cerrarlas a cal y canto, asomarse, esconderse... Las ventanas como mirada al mundo, al mío, que no es poco.
domingo, 11 de noviembre de 2012
Omar
Tristeza. De la de verdad. De la que se te agarra al cuerpo, en ese lugar entre la garganta y el pecho, que sientes pesado e inconsolable. Tristeza de la de no saber hasta dónde ni hasta cuándo. Tristeza por lo sufrido. Por no haber estado. Por no haber sabido. Por apenas saber. Por saber. Tristeza de amante. De madre. De desconocida. Tristeza por no querer creer.
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