domingo, 16 de octubre de 2011

Olor y memoria

"Pero, cuando después de la muerte de las personas, después de la destrucción de las cosas, nada subsiste de un pasado antiguo, sólo el olor y el sabor –más débiles pero más vivaces, más inmateriales, más persistentes, más fieles– perduran durante mucho tiempo aún, como almas, recordando, aguardando, esperanzados, sobre la ruina de todo lo demás, portando sin flaquear sobre su gotita casi impalpable el inmenso edificio del recuerdo".
Lo escribió Marcel Proust, en su evocación de los recuerdos con la famosa magdalena de fondo.
Hoy en casa huele a brasas, a pimientos asados y a recuerdos de infancia, que son los más queridos y extraños al mismo tiempo.
Porque de pronto la imagen de quien fuiste pasa bajo los párpados, y al abrirlos ves a tus hijos, que también están ahí, junto al olor, y te preguntas si esto mismo formará parte de su memoria algún día remoto.